martes, 19 de junio de 2012

Las Tic´s ya son parte de nosotros.



Artículo publicado en Quaderns Digitals
(http:// www.quadernsdigitals.net )

PROBLEMAS Y RETOS EDUCATIVOS ANTE LAS TECNOLOGÍAS DIGITALES EN LA SOCIEDAD DE LA INFORMACION. 

MANUEL AREA MOREIRAUniversidad de La Laguna


En este ensayo abordaré el análisis de algunos de los problemas y retos educativos más
destacables con relación al nuevo contexto social, económico y cultural representado
por la sociedad de la información. Para ello comenzaremos identificando distintos
discursos, que a modo de concepciones o perspectivas ideológicas, definen a la sociedad
informacional. Seguiremos con el análisis de los efectos socioculturales más destacables
de las tecnologías digitales prestando atención tanto a sus beneficios como a sus efectos
perniciosos. Posteriormente haremos inventario de algunos de los principales problemas
educativos provocados por la omnipresencia de estas tecnologías en nuestra sociedad.
Finaliza este tema con la propuesta de una serie de retos para la educación en la
sociedad informacional.
En nuestro país, en estos últimos meses, han sido publicados distintos libros colectivos
en cuyo título se enuncia la reflexión sobre los nuevos problemas educativos vinculados
con el alto desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y comunicación y con
la sociedad de la información (véase Pérez Tornero, 2000; Area, 2001a; Bláquez, 2001,
por citar algunos de los textos de más reciente aparición). Este interés y preocupación
no es una especifidad exclusiva del contexto español, sino que también, desde hace
algunos años, distintos informes prospectivos internacionales han abordado esta
cuestión.
La tesis central, que se enuncia reiteradamente en estos ensayos, es que los acelerados
cambios tecnológicos, la aparición de nuevas formas culturales, el surgimiento de
puestos laborales vinculados con la digitalización de  la información, el constante
crecimiento del conocimiento científico,… están provocando la necesidad de repensar y
reestructurar los modelos formativas hasta ahora utilizados convirtiendo a la educación
no sólo en una necesidad de la infancia y juventud, sino también de la edad adulta, y por 
                                                                               

Los discursos sobre la sociedad informacional.

Es ya un tópico afirmar que el entorno social, económico y cultural que nos rodea ha
cambiado sustantiva y radicalmente en los últimos veinte años. En el último cuarto del
siglo XX la aparición de los ordenadores, la expansión de la demanda de servicios de
consumo terciario, la toma de conciencia del agotamiento de los recursos naturales y de los
efectos negativos de la industrialización, las nuevas formas de organización y distribución
de la información, junto a otros factores, propició que en los países altamente desarrollados
tuviera lugar la denominada "tercera revolución industrial" que está produciendo una
importante y profunda transformación de las estructuras y procesos de producción
económica, de las formas y patrones de vida y cultura de los ciudadanos, así como de las
relaciones sociales. 
Cada tiempo histórico, cada civilización tiene una (o varias) tecnologías idiosincrásicas,
hegemónicas para su funcionamiento. Con ello no queremos afirmar que la tecnología
determina el modelo de sociedad, sino que  el desarrollo organizativo y social en un
tiempo histórico concreto y en un espacio dado, se apoya en unos tipos de tecnologías
más que sobre otras. Los estudios sobre la historia de las tecnologías así lo acredita.
Existe una relación simbiótica entre sociedad y tecnología, no una interacción
determinista. Los estudios interdisciplinares desde el movimiento CTS (Ciencia,
Tecnología y Sociedad) han puesto en evidencia que los intereses y significados de los
distintos grupos y agentes sociales se proyectan y moldean el desarrollo tecnológico.
Pero también las tecnologías existentes, en un determinado momento histórico, son un
factor relevante que estructura, redefine y configura las relaciones sociales, económicas
y culturales, y, en consecuencia, la dirección del cambio social. Si no se dan las
condiciones sociales propicias ciertos inventos tecnológicos no se generalizarán, y
viceversa, ciertas tecnologías tienen tanto impacto sociocultural que condicionan el
futuro desarrollo de esa sociedad.
Un ejemplo claro de lo que estamos apuntando son las llamadas tecnologías digitales de
información y comunicación que representan la tecnología más genuina e idiosincrásica
de la sociedad informacional. La digitalización de la información basada en la
utilización de tecnología informática es la gran revolución técnico-cultural del presente.
El uso generalizado de las llamadas nuevas tecnologías de la comunicación e
información (computadoras, equipos multimedia de CD-ROM, redes locales, Internet,
televisión digital, telefonía móvil, ...) en las transacciones económicas y comerciales, en
el ocio y el tiempo libre, en la gestión interna de empresas e instituciones, en las
actividades profesionales, ..., es un hecho evidente e imparable apoyado desde múltiples
instancias y al que pocos le ponen reparos.
Ciertamente la transformación desde un modelo de sociedad industrial hacia la sociedad
de la información es un proceso en el que se cruzan factores y fenómenos más
complejos que los meramente representados  por la aparición y omnipresencia de las
tecnologías digitales. El período histórico en el que nos  encontramos se apoya en el
cruce de diversos y variados procesos sociológicos, económicos, políticos y culturales
como son la globalización o mundialización; la mercantilización de la información; la
hegemonía de la ideología neoliberal; el incremento de las desigualdades entre los
países avanzados y el resto del planeta; la superpoblación y los flujos migratorios del
sur empobrecido hacia el norte rico, ... M. Castells (2000) en su conocida obra La era de
la información formula uno de los análisis más completos de las nuevas caracterísiticas
sociales, económicas y culturales del tiempo presente, y a la misma remitimos al lector
para una mayor profundización en estas ideas.
En este sentido, la globalización aparece como el fenómeno histórico más destacable y
representativo del presente. La globalización es un término, en estos momentos,
polémico por su fuerte carga ideológica y política ya que este concepto está vinculado
con una determinada perspectiva o visión: la regulada por los poderes económicos y
gubernamentales de los países ricos apoyada  en la liberalización del mercado en el
ámbito mundial. La globalización o mundialización, es decir, la superación de los
límites espaciales de las fronteras locales o nacionales para actuar a nivel planetario es
un proceso iniciado en siglos anteriores.  El comercio de materias primas procedentes de
Asia, América del Sur o África transportadas vía marítima hacia Europa lo desarrollaron
con gran eficacia las potencias coloniales europeas (Francia, Gran Bretaña, Holanda)
durante los siglos XVIII y XIX.  Asimismo, el proceso  de mundialización política
comenzó en los primeros años del siglo XX con la creación de la Sociedad de Naciones,
y posteriormente se consolidó con otros organismos internacionales como la ONU,
UNESCO, FMI, OTAN, etc. Lo que queremos poner en evidencia es que la
globalización es un proceso que ha venido gestándose mucho antes de la aparición de
las tecnologías de la información y comunicación. A diferencia de lo que muchos creen
ingenuamente, las tecnologías no son la causa del fenómeno de globalización, sino que
actúan como motores aceleradores de este proceso. Al hacer posible que la información
y transmisión de datos circule casi instantáneamente a lo largo de todo  el planeta,
provocan que cualquier organismo o institución (sea financiera, administrativa, no
gubernamental) funcione como una unidad en tiempo real a nivel mundial.
Las tecnologías digitales no son las causantes directas de las profundas
transformaciones del mundo en que nos encontramos, pero sin las mismas nuestro
presente no sería como es. Como decíamos al inicio de este trabajo, existe una
interacción dialéctica, simbiótica entre las tecnologías y el contexto social en que se
emplean. Sin una economía capitalista defensora del mercado libre a nivel planetario,
sin una sociedad de consumo en masa de bienes y productos culturales, sin la
hegemonía política y económica de la cultura  occidental, difícilmente las tecnologías
digitales hubieran tenido el avance y desarrollo fulgurante producido en estos últimos
años. Y viceversa, sin la presencia de las  redes telemáticas, ni de los medios de
comunicación sociales, o de los ordenadores personales, probablemente el fenómeno de
la globalización política,  cultural y económica no sería  una realidad tal como la
conocemos en el presente. 
Por otra parte, las tecnologías de la información y  comunicación también inciden
notoriamente en el proceso de cosificación de la información y cultura (fenómeno, que
como veremos más adelante, tiene su propia traducción en la actividad pedagógica). La
información se ha convertido en un producto o materia valiosa sometida a procesos de
generación y difusión industriales similares a  los que se utilizan con cualquier otro
producto. El sector industrial que comercia o apoya sus actividades económicas en la
información (medios de comunicación de masas como la televisión o el cine, las
empresas de software, el sistema financiero, las industrias del ocio y entretenimiento,
las telecomunicaciones, etc.) representa un  sector en constante crecimiento y cuyo
volumen económico está desplazando, o al menos compitiendo, con los sectores
pertenecientes a la economía  representativa de la segunda revolución industrial
(automóvil, petróleo, industrias eléctricas).
La pregunta clave, en consecuencia, es ¿qué modelo de sociedad de la información
queremos construir y qué papel juegan las nuevas tecnologías en ese proceso?.
Ciertamente responder a esa cuestión es plantearse un problema político más que
técnico. Las respuestas, indudablemente, son variadas. Distintos sectores o grupos ven
en las tecnologías digitales la panacea del progreso de nuestra civilización
prometiéndonos un mundo feliz basado en el bienestar material generado por este tipo
de máquinas inteligentes. Por el contrario,  existen otros análisis que describen a las
tecnologías de la información y comunicación como el triunfo de un modelo de
sociedad tecnocrática, deshumanizada y basada en criterios meramente mercantiles. J.
Echevarría (1999) identifica distintas perspectivas y posiciones sobre el papel de las
nuevas tecnologías en la configuración de lo que este autor denomina el tercer entorno.
Inspirándonos en este análisis, pero renombrando y redefiniendo sus categorías me
atreveré, a continuación, a identificar cuatro grandes discursos sobre las mismas:
Un discurso  mercantilista sobre la sociedad de la información y las nuevas
tecnologías divulgado por el conjunto de sectores industriales vinculados con el sector
de la nueva economía. Las empresas de software, de telecomunicaciones, la banca, la
industria del ocio y entretenimiento, ..., así como las políticas científico-tecnológicas de
muchos gobiernos occidentales serían  los representantes de esta visión. Para este
discurso, la sociedad de la información es como un gigantesco zoco comercial en el que
se participa a través de las redes de comunicación digitales. Evidentemente esta
perspectiva apoya sus tesis en los principios económicos neoliberales de modo que las
reglas del mercado son las que principalmente deben guiar y regular el crecimiento y
desarrollo de la sociedad de la información. Desde esta visión el desarrollo de la
sociedad de la información supondrá mayor bienestar material, y en consecuencia, más
"felicidad" para los individuos.
Por otra parte, y como contestación a la posición anterior, existe un discurso
crítico-político que defiende que las tecnologías digitales deben estar  al servicio del
desarrollo social y humano, y no controlado por los intereses de las grandes
corporaciones industriales del mundo capitalista. Los trabajos y reflexiones generados
desde el movimiento denominado antiglobalización o globalización alternativa y que se
materializan en los encuentros del Foro Social Mundial “Otro mundo es posible”
celebrados en los años 2001 y  2002 en Porto Alegre (Brasil) son el intento más
sistematizado de construir un discurso alternativo a la perspectiva mercantilista, y que
pretende reorientar el desarrollo tecnológico bajo parámetros y criterios sociales y
políticos. Vinculada con esta posición existe un discurso político sobre las nuevas
tecnologías, desarrollado sobre todo en  el contexto norteamericano, cuyas tesis
consisten en la defensa de los derechos cívicos y democráticos para la libertad de
expresión en el uso de la Internet frente a los intentos de control que están desarrollando
distintos gobiernos occidentales. La asociación Electronic Frontier Foundation sería el
mejor ejemplo de esta posición.
Existe un tercer discurso, que podríamos denominar tecnocentrista que mantiene
que las tecnologías digitales en general, e Internet, en particular son el eje de un proceso
de revolución no sólo tecnológica, sino también de la civilización humana. De este
modo, las nuevas tecnologías se convierten en el centro del cambio social y cultural. Es
un planteamiento que roza la mitificación de la tecnología digital en cuanto que, en su
discurso, late la creencia de que la misma nos llevará hacia una sociedad más avanzada
y perfecta que la actual. El ciberespacio, en consecuencia, es un mundo artificial desde
el que construir nuevos modelos experienciales de comunicación e interacción humanas.
Este discurso sería la versión actual del determinismo tecnológico.
Finalmente, se podría identificar  un discurso apocalíptico (siguiendo la
denominación utilizada por J. Echeverría) en el que las tecnologías de la información y
comunicación representan el fin de los ideales y valores de la modernidad y del modelo
ilustrado de sociedad. Esta posición cuestiona el presente denunciando la invasión de
tecnologías digitales sobre nuestra civilización occidental ya que está provocado la
elevación de la tecnología a la categoría de ideología hegemónica y en consecuencia,
supeditando la cultura a los intereses tecnocráticos.

Luces y sombras de los  efectos sociales y culturales de las tecnologías de la
información y comunicación.

La cara amable de las tecnologías digitales.

Creo que no habrá disenso si afirmo que  uno de los efectos más notables de las
tecnologías digitales es que permiten y facilitan una mayor comunicación entre las
personas independientemente de su situación geográfica o temporal. Las nuevas
tecnologías de la comunicación rompen barreras espacio-temporales facilitando la
interacción entre personas mediante formas orales (la telefonía), escrita (el correo
electrónico) o audiovisual (la videoconferencia). Asimismo esta comunicación puede
ser sincrónica - es decir, simultánea en el tiempo- o asincrónica - el mensaje se emite y
recibe en un período de tiempo posterior al emitido.  En segundo lugar, podemos señalar
que las tecnologías permiten el acceso de forma permanente a gran cantidad de
información. Vivimos en un entorno saturado de información. Los medios de
comunicación escritos, la radio, la televisión, el teletexto, Internet, …, se han convertido
en objetos cotidianos y casi imprescindibles de nuestra vida que nos mantienen
permanente informados. Los ciudadanos, a través del conjunto de estos medios y
tecnologías, saben lo que sucede más allá de su ámbito o nicho vital (sea el barrio, la
ciudad o país al que pertenecen). Por otra parte, desde el hogar y a través de las redes
telemáticas se pueden acceder a bibliotecas,  centros, instituciones y asociaciones de
cualquier tipo. 
Otro hecho destacable es que las nuevas tecnologías mejoran la eficacia y calidad de los
servicios. La creación de bases de datos accesibles desde cualquier punto geográfico y
en cualquier momento junto con la gestión informatizada de enormes volúmenes de
información permiten incrementar notablemente la rapidez y eficacia de aquellas tareas
y servicios que tradicionalmente eran realizadas de una forma rutinaria y mecánica por
personas. En estos momentos es posible realizar consultas o transferencias comerciales
en una institución bancaria, de la administración pública, o de un organismo privado, a
través de un ordenador con acceso a Internet. Podemos pagar o sacar dinero con una
tarjeta electrónica, el sistema sanitario guarda y transfiere los datos de cualquier
paciente de una entidad a otra, reservar un pasaje, enviar un documento, o conseguir un
certificado administrativo,... En definitiva con la presencia de las tecnologías digitales
muchos de los trámites y gestiones cotidianas se agilizan aumentando en consecuencia
la eficacia de las organizaciones en las que se utilizan. Por otra parte, Las tecnologías
digitales posibilitan nuevas formas de actividad productiva. La innovación tecnológica
está afectando también al ámbito laboral  transformando los patrones tradicionales de
trabajo. Algunos de los cambios más destacables de las actividades productivas son: la
emergencia de nuevos yacimientos o puestos de empleo relacionados con el desarrollo y
aplicación de la tecnología informática y de telecomunicaciones; la aparición del
teletrabajo que consiste en  la posibilidad del desarrollo de las tareas laborales a
distancia utilizando las redes de ordenadores, el surgimiento de puestos de trabajo más
flexibles sin la rigided temporal o espacial de los puestos laborales clásicos.
Asimismo, las nuevas tecnologías de la información y comunicación están propiciando
la superación de una visión  estrecha y localista de la realidad. En la sociedad
globalizada está aumentando el conocimiento y contacto cultural de las distintas
culturas y grupos sociales del planeta. A lo largo de la última mitad del siglo XX han
ido extendiéndose y generalizándose por todos los continentes formas y tendencias
culturales que anteriormente pertenecían  o estaban restringidas a grupos culturales
locales o regionales. Ciertamente este proceso no es ajeno a los intereses comerciales de
las empresas multinacionales o a los intereses ideológicos de los gobiernos occidentales,
y como veremos posteriormente, están  provocando una uniformismo cultural en
detrimento de la diversidad cultural del conjunto de pueblos y naciones del planeta. En
este sentido, los medios de comunicación  y por supuesto las redes telemáticas, están
jugando un papel clave en este proceso de  creación de una conciencia y perspectiva
mundial o planetaria.
En definitiva, las redes telemáticas propician nuevas formas de participación social más
allá de los límites territoriales locales. La actuación del individuo generalmente limitada
al ámbito de la comunidad o territorio específico en el que vive, se abre ahora, a través
de las tecnologías digitales de comunicación. a la intervención en espacios más
globales. No sólo se está más informado de todo lo que pasa en el mundo, sino que
además permiten experimentar nuevos modos de organización y participación
ciudadana más allá del ámbito de los estados tradicionales en todos los niveles y
ámbitos: asociaciones, colectivos, fundaciones, institutos, organizaciones no
6 gubernamentales... La acción política y organización de los denominados movimientos
alternativos o de antiglobalización no sería explicable sin la utilización de las nuevas
tecnologías de la comunicación.
Las tecnologías también tienen sus sombras
A pesar de los notorios beneficios de las mismas paradójicamente también obstaculizan
el progreso hacia un modelo social más democrático y de equilibrio en la distribución de
la riqueza material, así como hacia un modelo de sociedad menos agresivo con la
diversidad cultural y mediambiental. A lo largo de la segunda mitad del siglo XX "ha
ido creciendo la conciencia del peligro de la tecnología, en cuanto ésta construye
tecnológicamente la realidad" (Tezanos y López, 1997, pg. 244).  Frente a la concepción
positivista del progreso científico y tecnológico como un proceso acumulativo de
conocimiento destinado a la mejora de las condiciones materiales de la sociedad, en las
últimas décadas hemos descubierto que el progreso tecnológico per se no significa
automáticamente una mejora del bienestar el conjunto de los ciudadanos.
Al contrario, el evidente destrozo medioambiental del planeta como consecuencia del
crecimiento industrial, los riesgos de la energía nueclear tanto en su versión civil de
centrales destinadas a la producción de energía como en su versión militar de armas de
destrucción masiva, el crecimiento sin control de los automóviles en el seno de los
núcleos urbanos que está alcanzando límites próximos al colapso circulatorio, los
riesgos implícitos de las modificaciones genéticas en alimentos y seres vivos, ..., entre
otros muchos fenómenos, han provocado que  tomemos conciencia de que el avance
científico-tecnológico es una amenaza no sólo para el modus vivendi occidental, sino
para el conjunto de la especie humana y de la vida en el planeta. Vivimos en un tiempo
de crisis de fe en el progreso tecnológico, o si se prefiere, de crisis de la ideología
cientifista (González, López y Luján, 1996). Sabemos que la ciencia y tecnología per se,
sin un proyecto político y social detrás,  no nos conducirán inexorablemente hacia un
mundo de mayor bienestar para el conjunto  de la ciudadanía. Por el contrario, la
expansión desmedida de los artefactos tecnológicos  puede provocar, y así ocurre en
muchas ocasiones, la pérdida del sentido y significado de la existencia , de las señas de
identidad culturales, de muchos individuos y colectivos sociales.
En este sentido algunos de sus efectos perniciosos se deben a que aún no hemos tenido
tiempo para adaptarnos a los nuevos tiempos debido a la evolución acelerada de las
mismas, otros se deben al mal uso de las mismas que responden a meros criterios de
interés mercantil sin prever las consecuencias negativas sobre el desarrollo humano y
otras a la sobredosis de información sin saber tratarla adecuadamente. Lo que sigue a
continuación es simplemente un esbozo o  inventario de algunos de esos efectos
perniciosos del tiempo digital en el que vivimos si lo analizamos desde una perspectiva
ideológica que entiende la educación como una estrategia necesaria para el progreso no
sólo material, sino moral y humano de nuestra civilización. Si no somos conscientes de
dichos efectos nuestros proyectos y propuestas pedagógicas de utilización de las nuevas
tecnologías serán ingenuas y posiblemente estériles. 
Lo primero a destacar es que nuestra sociedad es una civilización dependiente de la
tecnología en niveles progresivamente crecientes. Sin máquinas digitales, no funciona.
En este sentido se extiende el miedo a los posibles fallos o déficits de los ordenadores
provocados bien por los virus informáticos, por los ataques de ciberterroristas, o por los
fallos de los servidores… El “mítico” efecto 2000 (2YK) con relación al posible fallo
informático en el cambio de la fecha del 31 de diciembre del 1999 al 1 de enero del
2000, o los repetidos ataques a servidores  de Microsoft y otras grandes compañías
multinacionales, han servido como una llamada de alerta sobre la fuerte dependencia de
nuestra civilización hacia las máquinas digitales. 
En segundo lugar, el proceso de globalización apoyado en el control de los medios de
comunicación está imponiendo la hegemonía cultural de la civilización occidental,
fundamentalmente norteamericana, sobre el  resto de las culturas del planeta. La
juventud de la mayor parte de países consume la misma ropa, música, comida, juegos,
películas…, es decir, tienen las mismas  experiencias culturales con medios. Nos
dirigimos hacia el uniformismo cultural en detrimento de las culturas propias y locales,
y hacia el aumento de los enfrentamientos culturales que en muchos casos desembocan
en violencia. Simultáneamente, están aumentando las desigualdades culturales y
económicas entre unos países y otros. El desarrollo tecnológico y  científico afecta a
todos los miembros de la sociedad pero no de la misma forma. El acceso a las nuevas
tecnologías y al conocimiento e información está al alcance de aquellas personas que
tengan las posibilidades materiales y las habilidades adecuadas para comprarlas y
usarlas, provocando un aumento de las distancias culturales y sociales. Esta desigualdad
se desarrolla tanto en el interior de los países occidentales como entre los países del
primer mundo respecto al denominado tercer mundo (UNESCO, 2001; García-Vera,
2001). Por otra parte, el avance de la economía de mercado en el ámbito mundial
supone la transformación del concepto de individuo como ciudadano, pasando a ser un
cliente o usuario. Con ello lo relevante no son las personas, sino los consumidores lo
que provoca que el bienestar se dirija hacia los grupos sociales con capacidad
económica, quedando excluidos de la evolución del mercado aquellos colectivos
sociales sin potencial de consumo (parados, jóvenes, emigrantes, ancianos, etc.).
Finalmente, hemos de indicar que el uso  de las tecnologías de la información y
comunicación digitales, conlleva inevitablemente la pérdida de la privacidad y el
incremento del control sobre los individuos y grupos sociales. La utilización de las
nuevas tecnologías de la comunicación, implica el registro de las referencias personales
y las actividades de los usuarios. El acceso  y utilización de esos datos por parte de
organismos e instituciones sociales así como por empresas privadas minan, en cierta
medida, la libertad de los ciudadanos. Cuando compramos con una tarjeta electrónica,
visitamos una página web, realizamos una operación bancaria, enviamos un correo
electrónico… estamos registrando estas acciones en alguna máquina, nuestra
privacidad, en consecuencia, desaparece en el mundo virtual. El problema consiste en el
uso malicioso que ciertos individuos (piratas electrónicos) u organizaciones, sean de
carácter comercial o gubernamental, puedan realizar con esos datos de nuestra vida
privada.  










Relación entre videos: “¿Sabias qué?” – “El Monje”, y texto de Manuel Area Moreira.

Haciendo un breve análisis del material leído de Manuel Area Moreira, y lo observado en ambos videos, “¿Sabias qué?” y “El monje”, he llegado a la siguiente conclusión: estamos en una gran revolución técnico-cultural, debido a la fuerte interacción que existe entre las tecnologías y el contexto social en que se emplean.

Las nuevas tecnologías de comunicación e información nos permiten mantenernos no solo informados acerca de lo que pasa más allá de nuestro ámbito, sino que también nos permite la posibilidad de comunicarnos a pesar de nuestra situación geográfica o temporal. Estas nuevas tecnología rompe efectivamente con las barreras espacio-temporales facilitando la interacción entre personas mediante formas orales (la telefonía), escritas (el correo electrónico, facebook, etc.) o audiovisuales (videoconferencia).
Además estas tecnologías actuales mejoran la eficacia y calidad de los servicios, posibilitando nuevas formas de actividad productiva, pero afectando a su vez, el ámbito laboral.

Sin duda alguna, estás nuevas tecnologías son impuestas por este mundo globalizado, muy similar, aunque en otras apocas, a lo que le paso al monje, quien tuvo que asimilar el cambio del pasaje del papiro al libro. Ahí estamos también, frente a un hecho tecnológico.

Desde mi perspectiva internet es un fenómeno global. Su influencia y expansión han alcanzado a todas partes del planeta. La tecnología va cambiando a pasos tan agigantados, que es imposible darse cuenta de estos cambios; pero más imposible es pensar como en un mismo mundo suceden tantas cosas a la vez, y esto queda claramente reflejado en el video “¿Sabias qué?”, donde las cifras realmente “asustan”.

Otro punto, o más bien pregunta para resaltar y que llamo la atención en mi fue la siguiente: “¿ESTAN TUS HIJOS EDUCADOS PARA LA EPOCA EN LA QUE ESTAMOS VIVIENDO Y LA QUE ESTA POR VENIR?”; a continuación va nuestra reflexión…

Creo que es importante capacitarnos (ya que somos futuros educadores) en cuanto al uso correcto de las Tics, para luego poder preparar a las generaciones jóvenes (el futuro y los responsables de que la sociedad se mantenga durante el tiempo) con respecto a los nuevos cambios que se están por venir.
Tener conocimientos y un bueno manejo de las tecnologías, es cada día más importante en la vida del ciudadano, ya sea para ingresar al mundo del trabajo como para continuar su educación en el ámbito universitario.





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